11 jul 2010

Se agota Rosa Terrosa


Recibo con pena la noticia de que la edición de mi anterior libro “Rosa Terrosa” se ha agotado y la Diputación de Badajoz no tiene entre sus planes, y sobre todo entre su presupuesto, la intención de volver a reeditarlo. Desde hace semanas me comentaban algunas personas las dificultades que estaban teniendo para hacerse con el libro. Algunos libreros de confianza ya me apuntaban la posibilidad de que el volumen estuviera agotado. Me puse en contacto con la directora de publicaciones de la Diputación de Badajoz y me confirmó las sospechas.


Desde que conocí la noticia tuve la sensación de que mi personaje, Rosa Terrosa, esa niña inquieta y pizpireta, había comenzado a envejecer.

Cumbres Mayores

El pasado 25 de Junio acudí a la sierra de Aracena de Huelva para tener un encuentro con los alumnos de instituto José María Morón y Barrientos, en la localidad de Cumbres Mayores. Tuve que planificar bien la hora de llegada, dado que el instituto se encuentra a más de dos horas de camino desde mi ciudad. El esfuerzo valió con creces la pena. El cariño, el respeto y la sensibilidad demostrada por alumnos y profesores, fue extraordinario. La invitación era una consecuencia de una iniciativa en la que ellos participan denominada “El libro vivo”, en donde la literatura se utiliza como pretexto para viajar a determinados lugares geográficos. Este año el libro elegido había sido "Los Viajes de Lucas Ventura" y la ciudad, la muy querida, Augusta Emerita.


A pesar de no ser un municipio extremeño, los vínculos existentes entre los pueblos del norte de Huelva y los del Sur de Extremadura son tan fuertes que sobrepasan la concepción política. Una vez más se demuestra que no hay fronteras que delimiten un sentimiento.

19 may 2010

La batalla de la Albuera

El fin de semana del 22 al 23 de Mayo de 2010 se celebra en la localidad pacense de La Albuera, la conmemoración de su famosa batalla. Este año se cumple el 199 aniversario. Durante los años anteriores he tenido la suerte de asistir a la representación y, realmente, es un espectáculo diferente que merece la pena. Cualquier lector de “Los viajes de Lucas Ventura” no tendrá dificultad en adentrarse por los vericuetos de la batalla que tan de cerca vivió el protagonista del libro. ¡No os lo perdáis!


Programa:

10 may 2010

El mes del libro



Mi ciudad se transforma con la llegada de la primavera, los meses de Abril y Mayo son una explosión de actividades culturales de las que no es ajena la literatura. Durante el mes de Abril tuve la oportunidad de acudir como invitado a dos charlas de las que os quiero dar cuenta en las páginas de este blog.

El pasado 12 de Abril mantuve un encuentro con alumnos de secundaria del Instituto Al-Qaceres de Cáceres. Guardo un gratísimo recuerdo de aquel día. Los alumnos habían leído mi libro, habían debatido sobre él, habían opinado sobre su contenido y después de todo ello, se habían puesto en contacto conmigo. Es evidente que no es lo mismo dar una charla ante un auditorio que desconoce tu obra, que hacerlo ante un público que se ha tomado la molestia de leerte. Acompañado de José Miguel Iglesias, su director, y de algunos profesores del centro, realizamos un recorrido por las páginas de Los Viajes de Lucas Ventura y establecimos un animado coloquio sobre los entresijos de la obra y de mi labor como escritor. El respeto con el que los alumnos me escucharon, sus atinadas preguntas y el ambiente que se creó, hicieron que volviera a casa con la sensación renovada de que vale la pena embarcarse en la aventura de escribir.

Al menos de esta forma uno siente el contrapunto de tanto olvido institucional, de tanto fomento a lo que viene de fuera, en esa especie de provincianismo inverso que a uno le deja perplejo y triste. Una vez más, me digo a mi mismo, no queda otra que intentar aguantar, resistir, seguir luchando.

El día 23 de Abril, coincidiendo con la festividad de San Jorge, acudía a un intensivo encuentro con los alumnos del colegio Cruz Valero, en la localidad de Fuente del Maestre. Decidí acudir a la cita en moto, dotando a la jornada, si cabe, de un cierto tono aventurero. Ignoraba que durante todo el camino me acompañaría la niebla y que llegaría al pueblo, literalmente, tiritando de frío. No importaba, para entrar en calor, Silverio, el director del colegio, me había preparado un programa como para no aburrirme. Volví a hablar de Rosa Terrosa y volví a tomar contacto con los alumnos de infantil y de los primeros cursos de primaria. No os voy a negar que para mí es un privilegio jugar a engatusar a los más pequeños con aquellos cuentos, a los que tanto cariño les tengo, y ver como se dibujan en sus caras el asombro, la duda, la imaginación, al fin, envuelta en palabras. Disfruté mucho junto a ellos y espero que el sentimiento fuera mutuo. A los más mayores, los alumnos de 5 y 6, les hablé de Los Viajes de Lucas Ventura, también habían estado trabajando sobre el libro y eso de por sí indica la implicación de estos alumnos y de sus profesores por nuestra cultura y por nuestra historia. El poco tiempo de descanso que tuve durante esta jornada lo ocupé firmando libros, por lo que llegué a casa verdaderamente cansado.

En próximas fechas se presentan nuevas charlas de las que os iré dando cuenta en su momento.

5 ene 2010

Entrevista a Víctor Chamorro

Entrevista a Víctor Chamorro
Antonio Jesús González Prado *
Esta entrevista surgió en colaboración con los creadores de la página de fomento de la lectura: http://www.disfrutalalectura.com/

Una de las satisfacciones adicionales a la escritura consiste en tener la oportunidad de conocer a personas extraordinarias. Durante el proceso de documentación de “Los Viajes de Lucas Ventura” uno de los libros que siempre anduvo deambulando por mi mesilla fue “Érase una vez… Extremadura”, del escritor Víctor Chamorro. Por diversas circunstancias tuve la oportunidad de concertar una cita con él para hablar de literatura, de Extremadura y de todo lo que se nos ocurriera, como así pasó. Tras contactar con él por correo electrónico y por teléfono, quedamos en vernos el último viernes del pasado mes de Noviembre.

Era una tarde fría, que amenazaba lluvia. Quería que la entrevista se realizase en persona y por eso no dudé en desplazarme hasta su casa de Hervás. En un principio nuestra intención era acudir, al menos, dos personas para tratar de grabar la entrevista en formato digital. No pudo ser, por diversas razones tuve que acudir solo y con material de grabación de andar por casa; mejor así, porque lo que yo imaginé una entrevista de algo menos de una hora, se transformó en una charla amena e informal que duró más de cuatro horas y que me hizo regresar a casa bastante más allá de la media noche.

El Valle del Ambroz, engalanado de colores rojizos, con el Pinajarro todavía sin nieve, pero vigilante y altanero, me recibió a la hora señalada, las seis de la tarde. Encaminé mis pasos hacia los Apartamentos Rurales regentados por uno de los hijos de Víctor, y allí me recibió Teresa, su mujer, entrañable y calida. Víctor llegó a los pocos minutos, antes de que me hubiera dado tiempo a desplegar mi precario equipo de grabación, y casi sin interrupción comenzamos a charlar. Lo que a continuación sigue, no es más que un breve sucedáneo de lo que allí se dijo.

- Víctor, sabes que esta entrevista surge de mi colaboración con una página web llamada Disfruta la lectura. ¿Cuál es tu relación personal con el mundo de internet y las nuevas tecnologías?

- Escasa, te diré que ni siquiera sé escribir a máquina.

- Pero sabes que en un futuro próximo la literatura se difundirá en otros formatos como el libro electrónico, y que es probable que cualquiera desde su casa se descargue, por ejemplo, tu obra completa en un solo clic

- Me parece muy bien. Siempre que se utilice como un elemento más en la formación de las personas, como un complemento en la educación, pero sin sacralizarlo. El hecho de que cada alumno pueda tener un ordenador no quiere decir que el problema educativo está resuelto. Cuando yo era profesor en Madrid, de repente, me empezaron a llegar trabajos estupendos que luego me dijeron que se obtenían directamente de Internet, los chavales copiaban artículos enteros y me los entregaban perfectamente encuadernados. Pero no se trataba de eso, yo empecé a exigir que todos los trabajos me fueran enviados escritos a mano, que al menos se tomaran esa molestia. Por otra parte, a mi Internet me parece una ventana increíble de libertad, el problema es saber quién controla, o quién controlará, el oxígeno que entra por esa ventana.

- Víctor, desde el comienzo de tu obra siempre estuvo presente una importante carga social, sin embargo tú eras hijo de un Secretario de Ayuntamiento, por lo tanto no venías de una familia especialmente humilde. ¿Cómo surge, por tanto, esa conciencia de cercanía con el más débil?

- Eso es algo que yo me he planteado a menudo, pero fíjate, si estudias la vida de alguno de los escritores que más se implicaron en el análisis de nuestra propia realidad, como Meléndez Valdez o Felipe Trigo, provenían de familias acomodadas, sin embargo se desclasaron hacia abajo y adoptaron una sobrecarga crítica por lo que habían visto. Yo desde pequeño me sentí cercano al pueblo humilde, a menudo me encargaba de cultivar la huerta de mi padre y entonces tomaba contacto con aquellos campesinos, que eran campesinos de los que ya no existen, personas pobres pero con una dignidad, una filosofía y un lenguaje extraordinario, que me inculcaron ese amor y ese respeto hacia su forma de vida.

- ¿Tuviste contacto en esa época con otros escritores de ámbito social, del tipo Álvarez Lencero o Manuel Pacheco?

- No, te parecerá curioso pero ni tuve ni he tenido amigos que escriban. Tengo más contacto con escritores de los de tu generación, que de los de la mía. En su momento, cada uno tratamos de buscarnos los huecos en el mundo editorial como hemos podido, aunque, al menos en mi caso, siempre de manera independiente.

- Y tal vez por esa independencia has tenido que pagar un peaje importante, que te ha llevado incluso a crear tu propia editorial para publicar tu obra.

- Yo tuve oportunidad, como finalista del Premio Planeta en dos ocasiones, de haberme quedado a trabajar para Planeta, pero tuve claro desde un principio que lo que yo quería era tener un trabajo del que poder vivir, y aparte dedicarme a la escritura. De esta forma trabajé durante mucho tiempo en la enseñanza y gracias a eso he sacado a mi familia adelante, pero además he escrito, y lo he hecho a contracorriente y escribir a contracorriente se paga. Uno llega a los 65 años y debe continuar mandando libros a las editoriales para sacar a tu obra a la calle. A menudo me ha pasado que la única manera que he tenido de publicar ha sido concursando a premios literarios de prestigio. Algunas obras habían sido rechazadas durante años por editoriales hasta que han sido ganadoras de premios tan prestigiosos como el Café Gijón. Yo pensé que después de ese premio ya lo de concursar, que me aterraba, se habría acabado, pero no. Llegó un momento en el que mi hija me dijo: ¡Hasta aquí!, se acabo ese peregrinaje indigno de editorial en editorial, vamos a crear nuestra propia editora y vamos a encargarnos nosotros de su distribución.

- Y en ese recorrido a contracorriente ¿Cuál ha sido tu compromiso con el lector?

- Todo escritor debe tener un compromiso con la palabra y también con la idea. Si uno sólo tiene un compromiso con la palabra te terminas convirtiendo en una especie de esteta, por el contrario, si descuidas el lenguaje y sólo tienes compromiso con la idea terminas escribiendo panfletos. La virtud, como en tantas cosas, está en un término medio. Por ejemplo, yo en la poesía extremeña siempre eché de menos a los poetas revolucionarios que, sin haber olvidado que la literatura es un arte y sin descuidar la palabra, hubieran forjado una poesía comprometida, echo en falta la figura de un Miguel Hernández extremeño, en qué lugar sino aquí debió haberse escrito, por ejemplo, “El niño yuntero”. Pero eso, salvo aisladas excepciones, no pasó, en muchos casos quizás ha habido un complejo de no querer ser confundido con lo rural, una cierta huída de los orígenes, del hambre, olvidando que en el medio rural se ha preservado el castellano más puro. Yo siempre he defendido lo rural, sin complejos, aunque no esté de moda.

- ¿Has mantenido en todo este tiempo una preocupación por tu estilo literario?

- Hasta mi novela “El pasmo”, yo despreciaba todo eso del estilo, pero a partir de ahí te puedo decir que mis libros de cabecera son el Casares y el María Moliner, apenas leo ya novelas, sólo leo historia y diccionarios, si acaso alguna novela de Baroja o Delibes, pero la mayoría de lo que se escribe ahora, termina cayéndoseme de las manos.

- ¿Y cómo se enfrenta un autor como tú, con una obra tan centrada en nuestra propia historia, al proceso de documentación que lleva aparejado cada uno de tus libros?

- En realidad llevo más de 40 años documentándome, entenderás que a estas alturas recurra mucho a mis propias fuentes, a veces, es cierto, encuentro cosas desconocidas, pero por lo general dispongo de una amplia biblioteca de temas extremeños que se ha ido forjando desde que escribí mi primer libro sobre Las Hurdes, allá por 1968.

- Precisamente con aquel libro (“Las Hurdes, tierra sin tierra”), iniciaste uno de los temas más controvertidos de tu bibliografía. ¿Cómo encuentras las Hurdes de ahora?

- Las Hurdes actuales nada tienen que ver con las que yo conocí. Afortunadamente. Ahora tienen una proyección turística impensable hace cuarenta años, un lugar que arrastra una leyenda negra, pero donde abundan los chiringuitos, los hoteles… cuando yo estuve había pueblos normales con su Ayuntamiento, su cuartel, su casa del médico, su carretera, pero también había algunas alquerías, que yo conocí porque pateé con detenimiento aquellas sierras, que se encontraban sumidas aún en el Neolítico.

- ¿Cómo te recibieron aquellos hurdanos? ¿Tal vez recelosos?

- Yo las recorrí durante cuatro meses. En aquellos años todo el que iba allí a escribir lo hacía con un permiso del gobernador civil o de otras autoridades, con ese permiso los alcaldes le facilitaban todo y les enseñaban “Las Hurdes oficiales”, de esta forma daban la impresión de que Franco, al que algunos hurdanos llamaban “el padrecito”, desde que había adoptado la comarca la había transformado, había dejado de ser lo que era. Pero yo me adentré sin permiso, salvando el recelo de las gentes, que me trataron muy bien, y tratando de contar la visión de las otras Hurdes, las no oficiales, pero que todavía existían. De esa experiencia salió aquel libro, aunque mutilado en buena parte por la censura de la época.

- Y adentrándonos en tu visión de Extremadura, ¿crees que existe una conciencia clara de nuestra región como una entidad social diferenciada?

- Yo creo que nuestra peculiaridad es un sentimiento, que no tiene nada de nacionalista y no es contra nada ni contra nadie. El extremeño es universalista, el extremeño suma, pero mientras otros pueblos se unen para reivindicar, el extremeño no, a pesar de la lista de agravios que tenemos. A mí me parece que Extremadura debería pasar por un sarampión nacionalista, y yo no soy nacionalista, que nos aglutinara, para que nos empezaran a tomar en serio; hasta que estuviésemos en situación de igualdad con otros territorios. Claro, que esto son etapas larguísimas, que deberían iniciarse desde la propia escuela, con una asignatura obligatoria, que hablara sobre la historia de Extremadura. Y en donde tuvieran cabida libros similares al que tú, por ejemplo, has escrito.

- ¿Y por qué en Extremadura, que ha dado personajes tan ilustres en el ámbito político y humanístico, no ha surgido nunca una figura capaz de aglutinarnos como pueblo?

- Porque aquí se ha impuesto siempre un mismo programa basado en la desunión: familias desunidas, pueblos desunidos, comarcas desunidas, provincias desunidas. Se implantó un sistema casi feudal que ha durado hasta la democracia. Hay fuerzas que reivindican, que aparecen en ocasiones, como cuando se trató la oposición a Valdecaballeros, a las empresas de celulosa que descuajaron encinares o ahora con la refinería, pero son fuerzas dispersas. Desgraciadamente en Extremadura no tenemos el sentimiento de agravio que tienen otras comunidades que, por el contrario, han sido las grandes beneficiadas históricamente por el estado. Pero al menos yo detecto que se está formando, en los últimos años, una corriente de simpatía hacia todo lo que tiene que ver con Extremadura, que está calando no sólo en los extremeños que viven fuera de aquí, sino también en los turistas que nos visitan, aprovechando las mejoras en la red viaria, y que se quedan asombrado de nuestros paisajes, de nuestras costumbres, de nuestros pueblos.

- ¿Cuál es tu próximo proyecto literario?

- Entregué una serie de textos para la realización de siete reportajes televisivos sobre la historia de Extremadura, que han sido emitidos por Canal Extremadura, sin demasiada repercusión, todo hay que decirlo. Esos textos no han formado parte del guión de los capítulos, sino que han aportado documentación adicional a cada uno de ellos. Mi idea fue trabajar sobre esos capítulos y extenderme en ellos, dando como resultado un libro con sustantividad propia, que ya está en prensa. A día de hoy pienso que es de lo mejor que he escrito en mi vida.

Antonio Jesús González es escritor,
recientemente ha publicado un libro juvenil sobre la
historia de Extremadura titulado “Los Viajes de Lucas Ventura